Quizá ha pasado mucho tiempo desde que ví por primera vez el patchwork, una de mis favoritas haciéndolo fue mi mamá hace muchísimos años y después Doly, una hermosa bloggera Australiana quien solía compartir todo lo que le hacía a su familia y para su casa.
No se por quequé nunca puse mucho interés en hacerlo, es hermoso y sobre todo relajante, me ha encantado, después del alfiletero que hice me decidí iniciarme en una nueva labor para despejar mi mente y relajarme, creo que hice una buena elección al preferir el patchwork.
Encontré, bueno, recordé que en una revista de moda que guardo de las Vestidal, tenia una labor que me encantaba, ahora que la encontré y la volví a ver no me gustó mucho que digamos pero allí mismo encontré unos cojines que comencé sin dudar, lo primero fue encontrar una tela parecida, tengo varias lindas pero no tengo con qué combinarlas así que me puse a buscar otras telas que si combinaran y tuviera suficiente pero es que no había pensado claramente que el patchwork es exactamente eso, usar pequeños retazos de tela que tengamos para lograr algo bello así que al reconocerlo cortando algunos pequeños trozos antes de comenzar me di cuenta de que podía hacer mucho con muy poco...
Y aquí está la prueba
Me ha encantado la combinación de los colores. La tela roja de pequeños corazones es de un vestido, bueno el sobrante de un vestido que le hice a mi nena, la blanca el sobrante de unas fundas y la azul de un trocito de tela de mezclilla muy finita que tengo.
El armado de los bloques es encantador, el ir poniendo las cosas en orden y que vayan coincidiendo mantiene la mente ocupada. Ahora necesito, cuando salga, concentrarme en comprar telas de puro algodón para tener muchos más retazos de tela en que ocuparme después.
Aquí el proceso.
Fantástico ¿no?
