jueves, 29 de abril de 2021

Los recuerdos.

 Parece increíble como los recuerdos nos ayudan a ver las cosas de otro modo, después de todo si ha habido tiempos fantásticos y buenos lo más probable es que esos tiempos nos hicieron olvidar otras cosas tristes y o malas que pasaron antes.

Era 1990 a 1992 cuando estuve en la banda de música de la escuela, todo era tan estricto allí, que la música y el poder salir cuando nos lo requerían (que era muy frecuente) nos llenaba de felicidad. Tantos y tantos paseos por todo Tamaulipas y de camino cantando como regla, todos nos las pasábamos muy bien y cada vez que salíamos además conocíamos lugares muy bellos como Parras de la Fuente Abasolo, allí conocí la reserva natural de paloma de ala blanca.

O cuando fuimos a Mante con los alumnos de tercer semestre y nos llevaron a un muy bonito restaurante, el director de la escuela decía: todo para mis niños, nos tenia muy consentidos. También fuimos a Tula y allí hasta músicos llevaron curiosamente para tocar especialmente para nosotros. El director, el profesor Arturo Lerma Anaya fue una gran persona, muy estricta, la escuela con horarios pesadísimos de 6:00 am a 8:00pm nos dejaban exhausto y más cuando salíamos y no nos dejaban regresar a dormir a casa si no que teníamos que continuar en la escuela por que habíamos llegado temprano.

Allí fue donde aprendí a tocar la flauta transversal y conocí la amistad incondicional.

Tantos recuerdos y tantas risas.

Fueron unos grandiosos años que me hacen pensar en lo difícil de estos momentos que estoy segura podremos superar.



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