Fuimos a Tamaulipas para el funeral de la mamá de Max, mi suegra. Todo fue tan de repente, una llamada de noche, habíamos ido a comer un elote por paseos del Sol y Max quiso ir a comprar algo para tomar. De camino de regreso en solo algunos minutos se veía raro, me habló a un lado y comenzó a llorar.
Mi suegra fue perdiéndose en la enfermedad, el Alzheimer.
Hace 11 años su mayor detonante fue la muerte de mi suegro, ese día pareció haber roto algo dentro de ella y la enfermedad dió un salto mayor.
Nos fuimos en la mañana del Sábado 7 de Junio así, si planear, de urgencia y así, viajamos 10 horas por carretera. Al llegar cerca de Tula Tamaulipas el cansancio ya apremiaba y entre el estrés y la noche oscura, mis ojos se cerraban. No sé cómo llegué despierta hasta la casa funeraria.
Allá había estado todo el día la hermana de Max así que sugerí que se fuera a descansar y nos quedaríamos nosotros. Nos quedamos toda la noche y a penas dormí quizá unas dos horas en un sillón. Chris y Fany se fueron a dormir un rato a la camioneta con los vidrios un poco abajo. Todos nos sentíamos muy cansados.
Se hizo de día y nos fuimos juntos al panteón.
Después de un rato, nos fuimos a comer y los recuerdos buenos de la persona fallecida comienzan a bajar la intensidad del momento vivido. Teníamos ya horas sin dormir así que nos fuimos a un hotel a descansar y nos quedamos dormidos 4 horas.
Estefanía no conocía Tamaulipas así que al día siguiente primero nos fuimos a saludar a una tía de Max que vino de Xochimilco CDMX, no podía creer que tan parecida con mi suegra era, su voz, sus movimientos de las manos, los rasgos. Me recibió con un gran abrazo, fué relajante, casi como volverla a tener para haberle dado un abrazo aún con su memoria y risa.
Al día siguiente fuimos a despedirnos de mi hermano y mis sobrinas, agradecerles por haber estado con nosotros y después nos fuimos a comer, como a las 4 de la tarde y de allí nos fuimos a el mirador a un lado del Santuario. No recuerdo haber visto esta estructura.
Pero me pareció linda. Estuvimos un rato allí y cuando íbamos de regreso al hotel me di cuenta que no llevaba mi bolsa y comenzó el terrible estrés... Nos fuimos a toda prisa hasta donde habíamos comido por qué recordé que la había puesto en el respaldo de la silla y tardamos entre semáforos y por qué si estábamos algo lejos.
Al llegar una mujer que hacía la limpieza me vió y lo primero que me dijo fue ésto: ¡su bolsa!, me acordé mucho de usted y sé que es suya... Casi rompo a llorar y le di un gran abrazo. Es extraño ¿no creen? De entre tanta gente que entró ese día, hubo además un cumpleaños celebrado allí mismo, mucha gente entrando y saliendo y ella me recordó. En mi bolsa llevaba el dinero para el viaje de regreso, mis tarjetas, la tarjeta del banco de la beca de Chris de BBVA, mi teléfono en fin.
Le dí dinero a la señora, de verdad lo hice de corazón y ella me decía que ella también no lo había hecho por dinero pero me nació darle algo y otro gran abrazo. Chris iba conmigo y también le dió un abrazo de agradecimiento.
Y de nuevo, al día siguiente con todo ese estrés sentía que algo de mi cuerpo se había ido, entre ello la energía. Luego de 10 horas y media (casi 11) llegamos a casa, había un tramo en reparación e hicimos más tiempo aún.
Y como dicen. Hogar dulce hogar.
Al día siguiente tuve que terminar una camisa de Fany para el festival escolar de la familia.
Fue inspirado en Cowboys. Fue una forma de encajar de nuevo en la cotidianidad.
Por qué la vida sigue, con o sin nosotros.
QEPD Beatriz 💕